Algunos escritores que se refugian en los círculos consideran su deber -cual sacerdotes- defender el templo de las hordas salvajes que arre-meten contra "La Literatura y el cannon".
El templo, símbolo de los iniciados en cualquier culto, al que no tienen acceso los profanos, es el reducto del círculo y la representación del poder por delegación de la divinidad.
Los sacerdotes son los detentadores del saber (del canon), los que poseen la verdad para difundirla entre los impíos, los que encarnan el conocimiento y defienden la estructura social, son los cuidadores de la forma porque también ella reviste la jerarquía.
Los rituales de iniciación son actos para demarcar la repartición de los conocimientos; la ocultación está siempre presente en el carácter de lo sagrado y eterno.
Demostrar la imposibilidad de cambiar las estructuras es la misión de los sacerdotes, impedir que los fieles o devotos de la divinidad interpelen o cuestionen el orden de las cosas es su tarea fundamental. Esta imagen devela la concepción ciertos "iniciados" sobre la Literatura.
Pero la literatura está más allá de los denodados esfuerzos de nuestros druidas cacofónicos; se presenta en la vida y se expresa en la obra de aquellos que cuestionaron a toda hora, la función de los templos; en los surrealistas que quebraron con sus propuestas la cacareada división entre la vida y la literatura.
La propuesta es destruir el templo, hacer que exista la literatura entre la espalda y el esternón de cada ser humano, desmitificar el hecho creador, negarse a ser parte de antiguos irreverentes claudicantes.
La crítica no se la hace desde la oficialidad, tampoco desde los círculos de amigos para las publicaciones ni desde la reverencia a la forma.
Aquellos que se levantaron contra los grupos preciosistas ahora se yerguen como los defensores de lo bello; sin considerar que lo hermoso está en la vida no únicamente en la palabra, que la angustia no es bella por estar retratada magistralmente en una obra literaria sino, que es hermosa porque surca el límite que existe entre la resignación y la insubordinación lo que la convierte en tirajebe o sometimiento. Eso es lo maravilloso de la palabra, de la literatura y de la vida.
Por eso nuestra irrupción dentro del mundo de los blog para debatir, cuestionar, criticar, confrontar, difundir, fraternizar, compartir. Una larga vida a este espacio...
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