Este grupo forma parte de la generación pos 11-S y la paranoia antiterrorista; si es que cabe seguir hablando de generaciones, pues la sucesión es más rápida y la tendencia a la obsolescencia programada es casi generalizada. Cada tres años cambian los modelos tecnológicos, por eso el tiempo nos parece más vertiginoso, pues todo se construye para desechar y olvidar si no sirve a nuestros propósitos hedonistas. Este vértigo aparente responde a nuevas formas de cronometrar el tiempo, para que las facturas se ajusten a los segundos.
Nosotros somos una prueba de aquello (todos y todas para estar de acuerdo con el argot de género); repasamos los minutos cada vez que nos pasan la cuenta. A todos nos sobrepasarán las ediciones de nuevos libros de literatura y, así nos propongamos, nunca podremos abarcar el amplio panorama de lo que se escribe, edita y publica a diario en el mundo; ni siquiera lo que se dice, se aspira, se sueña en este país, en esta ciudad, en nuestro barrio; porque la información excede nuestra capacidad de comprensión; a todo ello se debe sumar la proliferación de los bloggers que están atentando –en buena hora-, contra los cánones, el deber ser y la forma correcta de escribir, y los mensajes por los celulares crean una nueva ortografía que descoyunta las sagradas reglas de la real-y-endé-mica-a-ca-de-mia-de-la-lengua debido, fundamentalmente a la economía del lenguaje y a la ley del menor esfuerzo.
Entonces ¿qué hay de nuevo en esta convocatoria? Todo y nada: es decir, el ciclo vuelve a empezar para que se ponga en evidencia que la imaginación y el sueño permanecen en nosotros de manera consustancial y que nunca (por lo menos eso esperamos) nos abandonarán. En medio de esta efervescencia de construcción y deconstrucción de identidades (cuando en realidad la identidad solo existe como concepto en matemáticas, es decir en la abstracción más pura), encontrar una razón para existir, escribir y publicar constituye un acto de confrontación con la literatura, el mundo y uno mismo, además de justificar nuestra existencia.

¿Qué es una generación? ¿Se puede hablar de generaciones en la actualidad cuando el universo de preocupaciones se ha diversificado tanto que es casi imposible hallar un punto de encuentro entre las comunidades de jóvenes, adolescentes o adultos de una ciudad o de un mismo barrio? Si descontamos las preocupaciones básicas por la subsistencia la cantidad de información que consumimos y la diversidad de fuentes de consulta, la particular forma de emitir respuestas y de enfrentar la realidad hace que cada agrupación de individuos constituya una cofradía –con sus propios y particulares códigos de conducta-, y responda frente a su específica condición en este mercado global donde cada quien pretende acaparar la mayor cantidad de bienes para disfrutarlos o, más bien para exhibirlos, frente a los demás. Solamente como aproximación a una particular manera de concebir y entender el mundo de un grupo de personas y con los riesgos de la didáctica se puede hablar de una generación; además, hay que considerar las limitaciones de la cronología y la casi nunca especificada relación con la realidad concreta; ahora cada vez más diferenciada y a la vez con una tendencia a la homogenización.

Si, para abarcar el universo, es preciso condensarlo en una palabra, ello también es pertinente en este proceso de comprensión; Pravda, contiene el cuerpo, su reiterada referencia a los elementos físicos del ser humano es una constatación de que el último reducto, donde se libra la más feroz batalla es en ese espacio donde nosotros mismos somos los contendores; Pravda es la vocación por la sensualidad, el erotismo, el placer por la soledad y el contacto con el otro; Zaratana, en cambio es la obsesión por el mar, por la libertad, el olvido y la soledad; es la mirada obnubilada por la grandeza y la magia del mar que encierra todo ese mundo donde cohabitan los seres mitológicos y otros no tan mitológicos ni tan mágicos como nosotros mismos; por su parte Certezas híbridas es el diálogo entre las evidencias y las citas conocidas y la incertidumbre; la soledad construida sobre los andamios del erotismo y su objeto de deseo –casi nunca encontrado-, es el descrédito del discurso para reconvertirlo, es un atentado a la sintaxis del amor y su recreación.
Esas son las líneas fundamentales en los tres libros de poesía como una primera y muy breve aproximación; en cuanto a los dos libros de cuentos o relatos cortos; Cuentos involuntarios es la constatación de la dualidad, es la reconstrucción del espejo para ver y vernos en nuestras dos dimensiones absoluta y diametralmente opuestas, es decir es la recuperación de ese vizconde demediado que deambula entre nuestro parecer y nuestra conciencia, es una eficaz y condensada fórmula para regurgitar nuestra pertenencia –no somos animales puros ni pretendemos serlo-; por su parte Kaleidoscopio es la búsqueda de aquellos seres atormentados por la idea de la muerte y la soledad, aquellos que expiaron su originalidad a través del suicidio o la locura –esa aparente locura que cuestiona el orden establecido, pero a la vez es la demostración de que la imaginación tiene un poder que sobrepasa lo efímero de la vida y la esquizofrenia de la rutina.
En pocas palabras esos son los temas recurrentes de estos cinco escritores, claro que no pretendo con esto quitar la magia a las interpretaciones individuales y muy personales que cada lector haga por su cuenta. Pero este ejercicio, complementado con otra obra que está por publicarse, esa novela –famosa desde ya-, Chicos de casa sin piscina, configuran una propuesta, vigorosa, cuestionadora, madura a pesar de la juventud de sus perpetradores, conmovedora por la lucidez en su quehacer literario, alejada de los pretendidos cánones en los que supuestamente se desenvuelve la literatura de esta tierra mitológica.


Entonces bienvenidos y bienvenidas al mundo mágico donde cada uno de nosotros porta el código para rehacer el mundo, para reconstruirlo en su múltiple y cambiante realidad; como aquellas estructuras fractales donde cada uno es, en sí mismo, una parte y a la vez el todo. Bienvenidas Johanna y Andrea, bienvenidos Paul, Freddy, Marco, Santiago y Juan Pablo porque es demasiado violenta la esperanza para refugiarnos en el desencanto o en el secreto; ahora que los vientos soplan tan fuerte como invitándonos a reedificar las sociedades sobre bases más sólidas, más auténticas y más diáfanas, más profundas y humanas.
Pablo Yépez Maldonado
Quito, 8 de mayo del 2008
1 comentario:
bien don pablito
cuándo sacamos la obra
de marcelo chiriboga
el gran escritor del post boom
que estabamos esperando
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