viernes, abril 25, 2008

Certezas híbridas

poemario de Johanna López

Nos conocemos demasiado para tener esperanza...

Constatar la soledad únicamente reafirma la actual condición humana; desafiar y deconstruir, desarmar y provocar, criticar y afirmar; todos los elementos para la poesía actual, posmoderna –pos: en búsqueda, en desvarío; moderna: proposición arcaica de felicidad e igualdad, fraternidad y libertad-; elementos constitutivos para aseverar que estamos solos y que todo es inútil –menos la poesía que confirma el desatino y, a la vez, el acierto de la existencia. Porque, paradoja de paradojas, existiendo se puede negar y escribiendo se puede reafirmar la ¿inutilidad? de la existencia.




Entonces el universo se despliega en su mágica contradicción, en su tierna y estremecedora variedad de sentimientos, escenas, acciones y desacatos. La poesía es un arma cargada de... referencias, de elementos híbridos que nos hacen caminar –casi por inercia- hacia la vaciedad y el desencuentro; porque, dónde es posible construir esa arquitectura de la pasión si el otro no está o no permanece; dónde podemos anclar nuestros sentimientos si la estructura endeble de nuestras formas de ser no permanecen ni nos garantizan un mínimo de firmeza. Johanna López desestructura el discurso poético tradicional para llevarnos de la mano –a regañadientes claro-, hacia una nueva forma de percibir el mundo bajo la marca de la incertidumbre, por eso su reiteración en los pesimistas ascéticos para redondear una obra donde la soledad se transmuta en erotismo en el profuso caminar del desencuentro y el desenfado.

¡¡No te pierdas donde no estás!! /no destruyas el espacio /que no está construido... plegaria de los náufragos hacia aquellos que se supone constituyen esa parte donde la certeza nace de sus potenciales actos, o de sus demenciales actos de poder. El cuerpo constituye el último reducto de afirmación de la libertad, la trinchera que nos queda para lanzar la ofensiva final hacia... nuestra derrota; porque no se pretende la victoria –esa constituiría la verdadera derrota-, lo único que se aspira es a dejar constancia de la lucha, que no nos digan que marchamos sin enfrentar el reto. En la poesía está la bitácora de las batallas emprendidas y del calor con el que las enfrentamos... Nada está perdido y sin embargo nada nos pertenece, porque no queremos poseer ni que nos posean, no pretendemos conocer sino dejar constancia de nuestra infinita ignorancia y de nuestra hermenéutica.

Estuve callada por mucho tiempo /hoy reorganizo mi farewell, /hoy escribo mi epitafio sencillo: /”aquí murió la que nunca fue”; la poesía desestructura, cambia nuestra posición en relación al mundo, pero no nos lleva a terrenos más confiables, nos conduce al laberinto de los espejos del que brotan todas nuestras inquietudes. Porque no nos mostramos más enteros, nos percibimos fragmentados, porque no nos pensamos más cuerdos, nos entendemos más dementes y más audaces en nuestras refutaciones. Porque, quién puede afirmar en este momento que tiene las respuestas (si es que algunas vez las hubo), quién es el osado que las pergeñe por lo menos. Desactivadas las revoluciones sociales ahora nos refugiamos en las revoluciones ciudadanas para convocarnos a través del cel o la internet para desafiar nuestra poca consistencia y nuestra provocativa subversión del lenguaje, pero nada más... es que ¿hay algo más?

Tal vez, y esa es la apuesta de la autora quien, a pesar de conducirnos con inusitada maestría por su laberinto, nos deja sueltos y solos y sin ningún hilo que nos auxilie para que nos reencontremos en nuestro desvarío como lo demuestra ese diálogo entre Bartolomé y Bernardo que se ha repetido desde el fin de la modernidad y, en nuestros países, desde inicios del siglo XVI. Globalizados pero sin descargar nuestro morral de localismos, viajeros del mundo sin abandonar la pacha mamita (como dicen los shamanes que hacen su trabajo en Europa y viven del cuento y alimentan el PIB).

Johanna López recupera los profundos causes de nuestra historia, pone en escena aquel universo que apenas se tocó en nuestra poética (solo dos alucinados lo entrevieron: César Dávila Andrade y Hugo Mayo); demasiado preocupados de encontrarnos nos perdemos; demasiado preocupados de inventarnos nos clonamos, demasiado proclives a lo foráneo nos desconocemos. Ahora, cuando las tendencias cambian en nuestros países pero aún no se redimen a las víctimas, la poética se inaugura con diversas y distintas preocupaciones. Desacreditando el discurso y reconvirtiéndolo, dislocando la sintaxis del amor para recrearlo; dueles y no sé qué tanto /lo último que deseo es / mirarme en tus ojos / para destrozarme de nuevo, /nuevamente, /novatamente... la persistencia en la recuperación de aquello que nunca se tuvo y la constatación de la soledad como único designio de los tiempos; pero, para qué más, si nos basta con tenernos para reinventar el mundo ¡¡y de qué manera!! Tercos y deslumbrados nos volveremos a perder.

Certezas híbridas es un largo batallar de la voz poética por desanudar la inercia, los cenáculos, los discursos poéticos del siglo de las luces ¡nucleares!; las propuestas políticas que nunca cuajaron y, si lo lograron, se derrumbaron ante el bip de los ordenadores y los ergonómicos diseños de los celulares. Es que no existe ninguna certeza, es que la hibridación puede producir vástagos estériles o generar nuevas especies. Es que el mundo está cada vez más cerca y el calentamiento global no nos permite hacer muchas conjeturas sobre el futuro, es que el ansia de poder y la disputa de los recursos naturales es despiadada, es que la declinación de la única potencia militar global nos puede arrastrar hacia la catástrofe mundial, es que la fe depositada en dios o en las encuestas de opinión ya no es suficiente; es que –en definitiva-, nos conocemos demasiado como para tener esperanza...

Pero a pesar de ello ¡persistimos, soñamos y escribimos!; y nos escrutamos, demasiado descarnadamente: abductor del caos de la ebriedad pasajera, /Abba Patris en el juicio /en las vértebras de Eva /Leviathan encima y abajo como cuerpo humano, / inhumano… porque ya no creemos más en los discursos del ser humano, tan solo en su intuición, en su loca obstinación por el amor y la ternura y su correlato: la soledad y el hastío. Es que no ya no hay más que... certezas híbridas.

jueves, abril 24, 2008

Es abril Marco y el silencio rechina en nuestros costillares

El Machángara, el milenario testigo del cambio de esta alcoba de patojos, el que se lleva todas las inmundicias y los secretos mejor guardados de los habitantes de este ombligo equinoccial, el que puso en evidencia que la ciudad no puede pasar por alto el curso natural de las aguas; el que tiene incrustado entre las riberas un gigantesco molino de sueños y tiempo, el que conoce de las alcantarillas y los perseguidos –los que se arrastran miserables sin ningún Jean Valjean que los redima ni los recree-; este río, hace veinte años, recibió el cuerpo de Marco Núñez Duque luego de ser torturado y asesinado por los cuerpos represivos de este estado que no cambia a pesar de todas las asambleas que los ciudadanos realicen y discutan para cambiar esta realidad terca y alucinante.

Cuerpos represivos de los que nadie quiere hablar pero que existen por las evidencias en las contusiones múltiples, en las vejaciones, en las desapariciones; no se evidencia hasta el momento ninguna intención de revisar esos lúgubres documentos –que con seguridad deben existir- donde debe constar la historia de tantas víctimas anónimas escupidas en la calzada de cualquier perimetral o en las quebradas donde se construyen los parques lineales para que la gente olvide la linealidad de la existencia.

Son veinte años desde aquel aciago día en que lo encontraron en el Machángara durante los cuales Marco ha permanecido inmutable. Hay quienes creen que lo mataron sin saber lo que hacían, que desconocían el ser fantástico que tenían entre sus manos; yo creo que tenían perfecta noción de sus actos. La locura no existe sino en una sociedad, no existe por fuera de las formas de la sensibilidad que la aislan y de las formas de repulsión que la excluyen o la capturan… la gran protesta lírica que se encuentra en la poesía es un esfuerzo por volver a dar a la locura una profundidad y un poder de revelación aniquilados por el internamiento[1]. No existe demencia más grande que aquella que cuestiona todo en los escenarios más extraños de la vida. Es en medio de la locura y el caos que el Marco está presente entre aquellos que lo quisimos como fue, sin pretender convertirlo en el icono de las letras ni en el nuevo canon hacia el cual la literatura debería derivar.

Es abril Marco y el silencio rechina en nuestros costillares, nos hace falta tu risa y tu mirada penetrante, así desnudándonos en nuestra forma tan aséptica de entender la literatura, porque a pesar de no llegar a configurar parte del canon creo que constituiste ese referente para desacreditar el papel(ón) de escritores en medio de la bohemia y el desparpajo. Jugábamos a ser felices en ese momento político en el cual gobernaba el dueño de la hacienda –luego llegaría el mayordomo nomás y se notaría la diferencia-; pero ya los efectos fueron irreversibles, ya no estabas, te desaparecieron y te reaparecieron pero como cadáver, como una cifra más de los que son víctimas de la delincuencia común, en la perimetral o en las quebradas.

Pero qué nos dejaste si no habías producido casi nada, aparte de la tesis de grado del colegio acerca de la teoría de la relatividad y esos textos creativos, crípticos, irónicos y lúdicos que luego constituirían “Entre Bakunin y Jackeline en blue jean.

Creo que la certeza de que las cosas cambiarían, de que aquellos revolucionarios tan cuerdos y tan serenos, aquellos de los que te burlabas y a los cuales parodiaste en tus textos, alcanzarían el poder tan ansiado; ahora lucen de ministros, asambleístas, asesores, subsecretarios, es decir toda la intelectualidad de la izquierda modosita y acomodada está en el proscenio del poder y nosotros seguimos en la periferia, es decir seguimos sentados en las bancas de El Ejido, observando cómo se construye (cómo se debe de construir) el país, la constitución, el socialismo, la égalité, la fraternité y la liberté. Pero entonces cómo nos burlábamos de sus famosos tonos revolucionarios, claro que nos punzábamos nosotros mismos porque también teníamos uno que otro integrante con las mismas veleidades; y te acuerdas de Doris, Julia, Alexandra, del Germánico; todos están de una u otra manera saboreando las mieles de lo conseguido.

Muevan las industrias, las industrias, muevan las industrias; esa canción de Los Prisioneros chilenos que tarareabas cuando llegaste al Matapiojo, a modo de inútil reclamo para detener el sangriento reacomodo del proceso productivo en la patria de Víctor Jara, en esa época bajo la bota de Pinochet; y, claro, también el Baile de los que sobran que anunciaba la época de la privatización de la educación y el crecimiento sostenido de las universidades light privadas. Las cosas no han cambiado mucho a pesar de los nuevos vientos que recorren estas tierras.

“Ni vos mismo te crees” pero es cierto; aquellos jóvenes de entonces ahora de la mano de la revolución ciudadana están dentro del palacio y nosotros, como te digo seguimos fuera. ¿Entonces qué ha cambiado? Muchas cosas no han variado, continúa la apatía de las instituciones que se supone deben apoyar el quehacer cultural (de los otros ámbitos ni hablemos porque no existen ni siquiera expectativas); pero de aquellos gestores culturales, activos militantes de la época solo nos quedan los recuerdos, ahora son proyectistas exitosos de eventos culturales que no tienen mayor trascendencia porque se hacen al amparo de las ONG’s cuyo discurso ya sabes para que servían y para qué siguen sirviendo. No existe una correlación entre el nivel de la esperanza y la realidad de los objetos del sueño, ninguna relación entre la cantidad de ilusión invertida (a pesar de la retórica exacerbada) y las realizaciones artísticas; me parece porque toda se apuesta a ese híbrido de Constitución a medio camino entre el socialismo del siglo XXI y la encíclica rerum novarum; es decir un bodrio para ser cantado en medio de aires semimarciales (al estilo Paquisha de los ahora tecnocumbieros Pueblo Nuevo) en medio de la consternación general porque los subsidios tendrán que acabarse pues no hay cama pa tanta gente y esta Asamblea no se atreverá a decir “este cuerpo es mío” en relación a la píldora del día Después para no contrariar a la misma secta de sectarios que expulsan a las chicas que se atreven a gozar antes del sagrado matrimonio y no toman las debidas precausiones (abstinencia predican los más pulcros pederastas, pero cómo abstenerse si el cuerpo divino est). En fin Marco que el tiempo ha pasado pero que de la generación de los talleres, no se conoce más que a 2 o 3 poetas, pero que la onda sigue pues como te encantaba soñar vamos a construir el M29 a través del comité central con el cual nos tomaremos el poder y, cuando eso suceda... nadie se habrá dado cuenta.

Como te dije Marco: Sin novedad en la frente

[1] Michel Foucault