jueves, mayo 22, 2008

Cercanía, metrópoli, cosmopolitismo e imaginación

La caótica forma de concebir y ordenar el mundo por parte de los europeos, de poner el universo de cabeza para nosotros y arriba lo que supuestamente deseamos, nos ha obligado a crecer en alas de la imaginación y hurgar sobre nuestras precarias formas de adorar al sol más que al dinero y practicar la sana costumbre de los abrazos antes que el chat. Esa desmesurada forma de reconocernos sacrílegos en nuestra cosmogonía y en la non santa pasión nos ha relegado hacia la periferia de las metrópolis y los centros industrializados. De allá se emanan los cánones y las teorías, las propuestas para tratar de descifrar nuestro desorden y nuestras entelequias. Casa adentro sucede lo mismo, nos reconocemos en las limitadas voces de ciertos vates de Quito, Guayaquil y Cuenca –en el mejor de los casos-, el resto del país es invisible, no existe para las escasas casas editoriales –más que editoriales se debería hablar de imprentas nada más-, el escuálido presupuesto de las casas de la cultura provinciales no permite sino atender gasto corriente y uno que otro acto para promocionar las figuras y figurines de la comarca provinciana. Pero al margen de todo ello, fuera de las metrópolis y de los deseos de ser reconocidos por las antologías y los antologadores se produce literatura de una sensibilidad que está en peligro de extinción (si las editoriales gorbernaran el mundo):

DECISIÓN AL ESPEJO…

alguna vez tuve que vivir…

las cigarras cegaban el silencio en mis manos
quieren ser el telón de mi jazz de papel
y fusilan mi eco de saxo fumador

pero decidí nacer muerto…

caminé cuando plantaba corcheas fucsia en tu espalda
serán domingos de ombligo al sol
y esa bujía negrajoven quema vírgenes para sí

polvo que cae del eclipse de pianos ferrocarril
talvez disecaban sus motivos de hielo dulce
para enfermar las alas que recibiré por correo?

total jamás descansé de no pestañar…

el augurio cuaja un mensaje en tu pierna derecha
¿será la cortada profunda de la risa?

la sensación de beber clavos en el cafecito de tu memoria
o fue cambiar huellas por presencias?

ahora que recuerdo lo que tuve
recojo mi oreja del bolsillo
y dejo de ser al espejo…


Ó

¡QUISIERA!

lengua de fuego en el olvido
al salir el sol
cantarnos alegrías,
pero solo me extingo
en el disco duro
de este perro ocaso.

TRAGICOMEDIA

Todo se me acabó
en una sazón de canciones tétricas
y Tú
caminas descalza
sobre mi lomo maltrecho
cuando cayeron mis escuadras férricas,
mis pies ya laberintos
en este camino extraño
donde esas bolas de hielo
destrozan todas mis hojas amplias.
Cazaría palomas de fuego
para existir,
pero me abstengo
no sé por qué?
¡o sí!

Por agua tibia.

El primer poema de Patricio Cárdenas H. y, los dos últimos, de Juan Píntag integrantes del taller de literatura Magnitud nadie de Riobamba. Constatación de que el sur también existe y tiene una forma propia de expresar esa relación perversa (o virtuosa) entre la periferia y el centro; entre las ganas de estar inscritos en el cosmopolitismo y la sensibilidad que crece como el pasto a la vera de las autopistas de alta velocidad.

¿Qué es el centro, qué es occidente; qué es el canon? Todos aquellos conceptos constituyen construcciones para iniciar la reflexión del otro a partir del yo, de lo que conozco, de la certeza de mi existencia dentro de ciertas normas fijadas por mí o por mis iguales. Pero occidente se ha desplazado de manera constante; ya no queda en Grecia ni en Roma, dejó de habitar la Francia ilustrada o la España monárquica e imperial; ahora está en los EEUU a pesar de todos los esfuerzos por evitarlo y, en el futuro se desplazará más hasta llegar a la milenaria China para… ¿empezar de nuevo?

Y, en medio de esta invención de la civilización y la demarcación con los bárbaros está la noción del centro, como eje fundamentador del equilibrio, el que nos permite corregir los desbalances del cuadro para evitar vernos descolocados, fuera de foco o de la porción áurea, porque nosotros (si tenemos la fortuna de habitar el centro) somos los que determinamos la posición correcta, las normas del bienestar (y toda su desvergonzada teoría de la pobreza y sus oprobiosos mapas de la miseria), de la decencia y de la buena literatura; es decir estamos en capacidad de determinar lo que se debe consumir para alimentar el espíritu en la dirección correcta (claro). Y la estética del cannon esa concepción del arte y la literatura bajo ciertos preceptos en los que no caben (no podía ser de otra manera) la desmesura y la racionalidad de los afectos; porque poseemos otra escala, otra dimensión de las cosas donde el ser humano no es nada más que una parte del cosmos con tanto derecho a existir como la paciente tortuga o el enigmático helecho; y, el tiempo no es money ni nada que se le parezca sino el espacio donde se despliega el placer en su mágica cromática construyendo y deconstruyendo identidades, pasiones, cercanías y similitudes; es decir que el estar no es definitivamente, para nosotros, igual que el ser.

Estamos y somos o parecemos pero no siempre porque en nosotros está la máscara y la representación, la ambigüedad y la unicidad. Nunca constituyó para nosotros un dilema El hombre unidimensional de Marcuse, ni la agonía existencial –cercana al nacional socialismo- de Heidegger; tenemos la capacidad de hacer varias cosas a la vez –por ejemplo escribir, ser burócrata, poeta, intelectual, consejero del príncipe y amigo de los súbditos-; o nos burlamos de nosotros mismos, no nos problematizamos en el sentido estricto de la palabra, ironizamos acerca de nuestra condición rupestre, pedestre y campechana, porque no tenemos otra salida y, si acaso tenemos alguna a la mano nos evadimos (el problema con los evadidos es que constituye la auténtica preocupación de los carceleros); no somos los proscritos por vocación propia como aquellos que se ponen al margen porque no desean el bienestar de las sociedades opulentas (como en Suecia); somos proscritos porque nos pusieron ese emblema en la fábrica central de producción de letreros: la academia. Ya, en 1949 nos bautizaron como “subdesarrollados” como inspiración del presidente Truman para dar coherencia a la política de las entidades financieras y de “ayuda” a los países que carecíamos del nivel tecnológico y productivo de los países desarrollados; y, antes, nos negaron el alma cristiana como pretexto para el saqueo y el adoctrinamiento.

La verdadera confrontación entre parecer y ser se da entre la razón (la academia) y la sensibilidad (la cultura, las artes y la literatura); la primera pretende sentarse en la misma mesa que los grandes teóricos del mundo occidental complementando el vademécum de términos que describen de mejor manera la realidad (aquella que no entienden ni es muy cercana a ellos sino es a través de las cifras y las estadísticas); y, la segunda que recrea y goza la realidad; tanto la goza que llega a tal extremo del realismo trágico –sin el esquema de la tragedia griega pero con los mismos resultados: la muerte-.

Entonces no nos queda más que embarcamos en los sueños para construir otra patria fuera de los linderos estrechos de este país de ficción y asediamos al norte para poner en jaque su filosofía de la existencia encarándole su falta de sensibilidad, su extraordinario amor por la comodidad y la seguridad (tanto las aman que se inventan pretextos para invadir tierras que les asegure el combustible para sus automóviles sin que les importe los cientos de miles de víctimas civiles agrupados en eso que llaman asépticamente: daños colaterales); y la figura de Nietszche y su crítica de la moral llegan al absurdo porque “occidente” no llora ni se disculpa por los horrores que es capaz de generar a través de sus fuerzas de ocupación sino que se solaza criminalizando a los desertores de ese gran naufragio que es África o pateando sudacas en sus metros.

Pero el espejo tiene una cualidad: nos devuelve enteros en nuestra miopía porque pretendemos construir las alternativas a partir de esos escombros. Y desde esa racionalidad absurda demarcamos y canonizamos. Es decir los felipillos de la comunidad intelectual actúan de intermediarios en el enmascaramiento de esta realidad bullente, mágica, contradictoria e inequitativa. Y, con la voz de los académicos, se desprecia la rudimentaria incomprensión del “interés estatal” para hacer de este país un centro minero para realimentar (otra vez la misma historia) las fauces voraces de “la industria”.

Nuevamente recaemos en el discurso de la periferia, las metrópolis y ... la falta de imaginación que, como en el caso de los dos poetas de nuestra periferia nos demuestran que lo que sobra es la imaginación pero que aún está ausente en los obscuros y fríos círculos del poder; y, que la cercanía es una condición que nos impide reconocernos...

Pablo Yépez Maldonado

martes, mayo 13, 2008

La Kbzuhela o la renovación perpetua

Cavilar de arriba para el centro, conocer el otro yo de la seriedad encuadernada, desenterrar los fantasmas y ponerlos a caminar, construir un acuerdo para renegar de él a la semana, asistir a los talleres casi con vocación mística de desahogo y reencuentro, vociferar y acunarse, acompañarse en su soledad voluntaria, en su hastío de las normas y las buenas costumbres, desbaratar los horarios solo por el gusto de hacerlo para luego sentir el temor de no pertenecer, estar siempre y no quedarse; ser y no parecer, vivir a plenitud al filo de una gillette, construir y derribar, barajar los días para constatar el persistente sonido de los segundos en medio del desasosiego y la incertidumbre. Parece un escenario conocido y, sin embargo, algo ha cambiado; ahora presentan sus obras, ahora tienen la oportunidad de enfrentar la crítica mordaz o la más absoluta indiferencia, la comparación y la constatación de los errores, pero fundamentalmente tendrán que soportar la lectura ávida de los lectores atentos que descifrarán sus textos y mirarán semidesnudos a sus autores; porque de eso estoy seguro, pusieron todo de sí en esta pasión que libera y aherroja, que nos convierte en perspicaces conspiradores de la realidad y sus vomitivos.

Este grupo forma parte de la generación pos 11-S y la paranoia antiterrorista; si es que cabe seguir hablando de generaciones, pues la sucesión es más rápida y la tendencia a la obsolescencia programada es casi generalizada. Cada tres años cambian los modelos tecnológicos, por eso el tiempo nos parece más vertiginoso, pues todo se construye para desechar y olvidar si no sirve a nuestros propósitos hedonistas. Este vértigo aparente responde a nuevas formas de cronometrar el tiempo, para que las facturas se ajusten a los segundos.

Nosotros somos una prueba de aquello (todos y todas para estar de acuerdo con el argot de género); repasamos los minutos cada vez que nos pasan la cuenta. A todos nos sobrepasarán las ediciones de nuevos libros de literatura y, así nos propongamos, nunca podremos abarcar el amplio panorama de lo que se escribe, edita y publica a diario en el mundo; ni siquiera lo que se dice, se aspira, se sueña en este país, en esta ciudad, en nuestro barrio; porque la información excede nuestra capacidad de comprensión; a todo ello se debe sumar la proliferación de los bloggers que están atentando –en buena hora-, contra los cánones, el deber ser y la forma correcta de escribir, y los mensajes por los celulares crean una nueva ortografía que descoyunta las sagradas reglas de la real-y-endé-mica-a-ca-de-mia-de-la-lengua debido, fundamentalmente a la economía del lenguaje y a la ley del menor esfuerzo.

Entonces ¿qué hay de nuevo en esta convocatoria? Todo y nada: es decir, el ciclo vuelve a empezar para que se ponga en evidencia que la imaginación y el sueño permanecen en nosotros de manera consustancial y que nunca (por lo menos eso esperamos) nos abandonarán. En medio de esta efervescencia de construcción y deconstrucción de identidades (cuando en realidad la identidad solo existe como concepto en matemáticas, es decir en la abstracción más pura), encontrar una razón para existir, escribir y publicar constituye un acto de confrontación con la literatura, el mundo y uno mismo, además de justificar nuestra existencia.

Qué pretende en medio de este caos el grupo La.Kbzuhela con su proyecto editorial, con sus cinco libros, tres de poesía y dos de narrativa y una novela en proceso de publicación; ¿qué es lo que atraviesa su propuesta, qué los convoca, los une, los retiene, los motiva, los repele, los vuelve a juntar? ¿Qué protervos motivos persiguen con la puesta en escena de sus particulares visiones del mundo, sus azarosos, procaces, profundos, ingenuos y a veces intrincados textos? ¿Qué nuevo reto plantean a los críticos, a los estudiosos de la literatura o a los comunes y corrientes lectores con la presentación de estos libros?

¿Qué es una generación? ¿Se puede hablar de generaciones en la actualidad cuando el universo de preocupaciones se ha diversificado tanto que es casi imposible hallar un punto de encuentro entre las comunidades de jóvenes, adolescentes o adultos de una ciudad o de un mismo barrio? Si descontamos las preocupaciones básicas por la subsistencia la cantidad de información que consumimos y la diversidad de fuentes de consulta, la particular forma de emitir respuestas y de enfrentar la realidad hace que cada agrupación de individuos constituya una cofradía –con sus propios y particulares códigos de conducta-, y responda frente a su específica condición en este mercado global donde cada quien pretende acaparar la mayor cantidad de bienes para disfrutarlos o, más bien para exhibirlos, frente a los demás. Solamente como aproximación a una particular manera de concebir y entender el mundo de un grupo de personas y con los riesgos de la didáctica se puede hablar de una generación; además, hay que considerar las limitaciones de la cronología y la casi nunca especificada relación con la realidad concreta; ahora cada vez más diferenciada y a la vez con una tendencia a la homogenización.

Pero ¿cuáles son las fuerzas centrípetas que logran que un grupo de jóvenes se reúna casi religiosamente y de manera semanal durante más de tres años para confrontar textos, debatir propuestas, para torear la soledad, para compartir el vino de la existencia? Para contestar esta pegunta es necesario remitirse a los textos para encontrar aquellos ejes que articulan el discurso propio de una generación nueva, con una personalidad absolutamente distinta a las precedentes y, sin embargo, en esencia, con la misma expectativa.

Si, para abarcar el universo, es preciso condensarlo en una palabra, ello también es pertinente en este proceso de comprensión; Pravda, contiene el cuerpo, su reiterada referencia a los elementos físicos del ser humano es una constatación de que el último reducto, donde se libra la más feroz batalla es en ese espacio donde nosotros mismos somos los contendores; Pravda es la vocación por la sensualidad, el erotismo, el placer por la soledad y el contacto con el otro; Zaratana, en cambio es la obsesión por el mar, por la libertad, el olvido y la soledad; es la mirada obnubilada por la grandeza y la magia del mar que encierra todo ese mundo donde cohabitan los seres mitológicos y otros no tan mitológicos ni tan mágicos como nosotros mismos; por su parte Certezas híbridas es el diálogo entre las evidencias y las citas conocidas y la incertidumbre; la soledad construida sobre los andamios del erotismo y su objeto de deseo –casi nunca encontrado-, es el descrédito del discurso para reconvertirlo, es un atentado a la sintaxis del amor y su recreación.

Esas son las líneas fundamentales en los tres libros de poesía como una primera y muy breve aproximación; en cuanto a los dos libros de cuentos o relatos cortos; Cuentos involuntarios es la constatación de la dualidad, es la reconstrucción del espejo para ver y vernos en nuestras dos dimensiones absoluta y diametralmente opuestas, es decir es la recuperación de ese vizconde demediado que deambula entre nuestro parecer y nuestra conciencia, es una eficaz y condensada fórmula para regurgitar nuestra pertenencia –no somos animales puros ni pretendemos serlo-; por su parte Kaleidoscopio es la búsqueda de aquellos seres atormentados por la idea de la muerte y la soledad, aquellos que expiaron su originalidad a través del suicidio o la locura –esa aparente locura que cuestiona el orden establecido, pero a la vez es la demostración de que la imaginación tiene un poder que sobrepasa lo efímero de la vida y la esquizofrenia de la rutina.

En pocas palabras esos son los temas recurrentes de estos cinco escritores, claro que no pretendo con esto quitar la magia a las interpretaciones individuales y muy personales que cada lector haga por su cuenta. Pero este ejercicio, complementado con otra obra que está por publicarse, esa novela –famosa desde ya-, Chicos de casa sin piscina, configuran una propuesta, vigorosa, cuestionadora, madura a pesar de la juventud de sus perpetradores, conmovedora por la lucidez en su quehacer literario, alejada de los pretendidos cánones en los que supuestamente se desenvuelve la literatura de esta tierra mitológica.

A contrapelo y como contrapunto de aquello que se llamó “Cinco como un puño”, este grupo, como exponente de su generación, tiene seis o siete exponentes, tal vez como expresión de las mutaciones genéticas muy en boga en estos tiempos de guerras bacteriológicas y misiles “inteligentes”. Entonces se nos puede llenar el morral de citas para explicar su propuesta, que Ciorán, Morín, Nietchzche, Kafka, Virginia Wolf, Easton Ellys, Miller y todos aquellos que deambulan por las estanterías de las librerías de libros usados y las páginas de Internet; sí, ellos y muchos más: está presente la literatura ecuatoriana y su vasta selección de poetas casi inéditos y peor leídos, está en escena la novísima literatura latinoamericana con esa visión desgarrada que raya en lo trágico –pero debo hacer una salvedad, en el caso que nos ocupa no es una tragicidad profesional, un goce del infortunio en sí mismo, sino como constatación de que las puertas escapatorias no existen como se pudo comprobar dramáticamente en la Discoteca Factory, que las soluciones a las crisis no se halla en el desenfrenado consumo como lo evidenciaron los afectados por el feriado bancario (y el que está por comenzar). Todo de nuevo: cíclica y mágicamente. Ya no es factible la evasión ni el desencanto, solo la posibilidad de vivir las circunstancias y paliarlas con todos los métodos imaginables que se tenga a mano: a nado hacia Europa para caer en los espejismos del bienestar de las sociedades “satisfechas” (¿de qué?, vaya uno a saberlo); a horcajadas sobre la soledad y sus escondites mágicos donde cohabitan el orgasmo y la rutina; de frente a la realidad virtual y su fría pantalla de plasma, ejercitando la crítica acerba sobre los sitios donde desgastamos nuestros cuerpos; pero siempre y como último recurso la ternura donde nos refugiamos para redescubrirnos enteros pero fragmentados, cínicos pero humanos, frágiles pero optimistas frente a nosotros mismos; porque de eso se trata, de reconstruir este universo con el material que poseemos, con el lenguaje elaborado por nuestros peculiares y particulares músculos con los que nos inventamos la vida.

Este grupo, de esta generación, pone en cuestionamiento a las mismas instituciones en las que desarrollaron su trabajo –porque el paraíso y las promesas son ficticias-; estos escritores abocados a una realidad donde la reciprocidad es más valiosa –si se quiere sacar adelante los auténticos y más profundos sueños-, que las dádivas y los compadrazgos; estos jóvenes escritores dan fe que la pasión es más decisiva que la propia razón y las constituciones y, que las revoluciones –está comprobado-, si no lo transforman todo no cambian nada.

Entonces bienvenidos y bienvenidas al mundo mágico donde cada uno de nosotros porta el código para rehacer el mundo, para reconstruirlo en su múltiple y cambiante realidad; como aquellas estructuras fractales donde cada uno es, en sí mismo, una parte y a la vez el todo. Bienvenidas Johanna y Andrea, bienvenidos Paul, Freddy, Marco, Santiago y Juan Pablo porque es demasiado violenta la esperanza para refugiarnos en el desencanto o en el secreto; ahora que los vientos soplan tan fuerte como invitándonos a reedificar las sociedades sobre bases más sólidas, más auténticas y más diáfanas, más profundas y humanas.


Pablo Yépez Maldonado
Quito, 8 de mayo del 2008

lunes, mayo 05, 2008

EL PLACER AÚN YACE DEBAJO DEL ASFALTO

El tren se escapa
mientras el sol cae a plomo
sobre el sonido de los graffittis
el deseo late debajo de los adoquines
nadie ha colocado aún el epitafio final
a pesar del olor a gas y a los claveles
que escaparon al cerco del autoritarismo
a la muerte gélida del individuo
o al asalto en Higuerillas
(el humo del cigarrillo
el constante acceso de tos
y sus ojos apuntando fijos a la vida)
revolución escrita en hojas de napalm
aliento que recorre la columna
dorsal de Tlatelolco
y cae en la universidad Libre de Berlín
pero el tiempo es su peor aliado
basta
para que el único rey negro
caiga debajo de las barras y estrellas
y los jóvenes revoltosos de la época
se vistan de burócratas
tranquilo De Gaulle
que conoce los caprichos de la historia
fuma mientras el gran oso de la tundra
calcula su deseo
y se evade del mejor orgasmo de la humanidad.

Desembarco en pleno help de los de Liverpool
manos tinturando el cielo
manos transitando de la marihuana al LSD
para desabrochar el cerebro
tantas veces
pero tantas veces como fuere posible
para volar al son de Woodstock
y sus 1400 megatones de potencia

Debajo de los adoquines está la playa
debajo del tiempo la magia
y la desazón
porque todos llegaremos a viejos
todos colgaremos nuestros huesos
en la cremallera de Janis Joplin
o en el largo cuello eléctrico de Jimi Hendrix

La revolución en contra de los bibliógrafos
Nanterre pirómana relee a Marx
desde la ternura de Rimbaud
y
ante la urgencia del amor
las plazas se transfiguran en tálamos colectivos
las aulas son piezas del rompecabezas erótico
el amor sale a proclamar su derecho a existir
libre
fuera de los muros convencionales
haz el amor
haz el amor
siempre que puedas haz el amor
siempre que te permitan los años haz el amor
siempre que tengas oportunidad haz el amor y nunca
nunca renuncies al sonido crepitante del orgasmo

Checoslovaquia (gran pasión para la levedad del no ser)
y su primavera
cortada a medio tallo
y a un tris de echar simiente.

La mente analítica
no procesa las diferencias
la ciencia es aún un largo discurso
con algunas faltas de ortografía
y el mayo francés
es un collage de Danieles Rojos o Jeans Azules
o Sartre vendiendo cien escuelas y cien flores
la revolución cultural fue apedreada
en los periódicos europeos
¡¡prohibido prohibir!!
es el epitafio
a nuestros minusválidos estados nacionales
emocionales.

Nosotros
ingenuos como siempre
arrimados a la cola del cometa
para ver qué sucede
para ver cómo se desarrolla el mundo
con anarquía incluida
para sentirlo como un chip en la garganta

Contacto en Francia
contacto en Londres
en México
Santiago Buenos Aires Berlín
en Siberia
para no derretirnos
el gran oso mientras tanto
jugaba la final con la paciencia amarilla
y nada
todos en medio de la atmósfera posmoderna
detrás de las cámaras y las sonrisas
coito interruptus de fin de siglo.

Mayo como un pez se desliza por los pliegues de la memoria
mayo
como el sedal para los sueños
mayo
cartílago espiral para nuevos juegos
para nuevas posturas existenciales
mayo francés
para la locura de Althusser
y su deseo de ser libre
no de la filosofía sino de la cotidianidad
y Poulantzas
con su estructura a cuestas
en medio de la complejidad del nuevo salvaje
ese Leví-Strauss reivindicador de Calibán
pero nosotros
recién rompiendo el candado de las universidades
para inaugurar el nuevo milenio
con cientos de cadáveres de atraso
con cientos de páginas
sin escribir
sin editar
sin soñarlas siquiera
-incluso para soñar se debe tener valor-
(DURMIENDO SE TRABAJA MEJOR; FORMEN COMITÉS DE SUEÑOS)
porque debajo del deseo está la constancia
y en su hueso principal
la pasión como el motor único y primario.

Y nunca se habló del futuro
el tiempo se congeló
en el violento palpitar de la sangre
corriendo desbocada hacia el azar
esa dimensión extraña donde todo es posible
-nosotros mismos somos posibles-
porque desde ese momento se acabaron las certezas
y cada quien diseñó su vida
con lo que tenía a mano
con lo que sobraba en su morral.

Amor fugaz como las consignas
amor de barricada y en medio de los gases
amor que nunca buscó su perpetuación
(para evitar el negocio de las agencias de bienes raíces)
amor ardiente de hemisferio izquierdo con el sexo central
sexo que descubre nuestra pasión por el placer
el placer que descubre nuestra ilimitada
posibilidad de amar
el amor rompe barreras en el mercado
el amor se descobija de la razón
para ser
para acurrucarse en mitad de la vida
en medio del pan amargo de todos los días
y los textos aburridos de Platón
o Diderot
para buscar desesperadamente
la puerta escapatoria del aparato y la funcionalidad
de la cordura
-lado visible de la represión sistemática-.

En mayo debería llover a cántaros sobre la memoria
para expiar la culpa por no haber estado presentes
por no asir la lujuria y la pasión sin miedo
sin temor a ser contaminados
ahora nos refugiamos en la monogamia
por asepsia mas que por consideraciones antropológicas
huimos del fuego
para salvaguardar nuestras escleróticas alas
tememos a la imagen porque el espejo nunca nos retrató
mayo del 68
antesala de la razón global
redonda y chata
supersticiosa y cabalística
han pasado años luz de la masacre en indonesia
la euforia de los cirujanos se coaguló
el tumor no fue extirpado de raíz
en lugar de libros
-síntoma de los tiempos-
se saquea micromercados
y se apedrea autobuses en las capitales de las sociedades “satisfechas”
(¿de qué? nadie lo sabe)
para llevar la realidad virtual al dormitorio
sobre el amor
la imagen
sobre la pasión
el control remoto
debe llover a cántaros en este país árido de lujuria
el cálculo sobre el pan
el calendario sobre los actos culturales
debe llover a cántaros sobre la imposibilidad y los límites
sobre la modorra y el sentido común
debe llover sí
sobre el silencio y sus paredes
sobre la música y sus lágrimas
sobre los volcanes
retratados como iconos vacíos de magma
debe llover
a cántaros
o como se le ocurra
para despertar el instinto
el violento deseo
la perversión permanente
de ser felices.

Pablo Yépez Maldonado
Quito, mayo 2008